miércoles, 26 de marzo de 2014

Irma Barriga Calle

Patrocinio, monarquía y poder: el glorioso patriarca señor San Joseph en el Perú virreinal

Lima, 2010. 229 p. (p.ira-267)

 

¡Qué gozo saludar en el mes de marzo –mes de san José- un libro sobre su iconografía y su devoción en el Perú! El gozo intelectual se incrementa al ver lo bien escrito que está, con precisión, unción y amenidad. Sin dejar la altura académica, su lectura se hace agradable por su sencillez y minuciosidad. Su autora, Irma Barriga, conoce muy bien al personaje desde el punto de vista teológico, iconográfico, literario, peruanista. Como nos indica en su presentación: “Interesa el san José generador de un amplio discurso, que se articula perfectamente con el imaginario, la religiosidad y la vida cotidiana” (p.14). Basta con ver las 110 ilustraciones procedentes de iglesias, museos y colecciones particulares de todo el Perú para percatarse de que nos encontramos ante una tarea de largo aliento que sabe colocar la imagen donde antes se ha puesto la palabra. 

Si la vida religiosa del Perú virreinal ha sido un tema constante en la historiografía peruana y extranjera, las diversas expresiones, devociones y personajes que forman su amplio universo de estudio, aún reclaman más investigaciones que nos permitan ir desentrañando ese misterioso y atrayente mundo que fue la sociedad virreinal. Poco a poco, los santos, beatos y siervos de Dios, van contando con sólidas biografías, hagiografías, monografías. Sobre San José, a pesar de ser patrono del Perú, no existen recientes trabajos. Cierto que ha habido dos congresos teológico-pastorales sobre su figura, pero no pasó de breves artículos sobre aspectos parciales.

En este caso, se trata de un excelente trabajo y edición sobre el significado e importancia que tuvo la figura de San José en el Perú virreinal. Su estudio se nos presenta en ritmo ternario bien definido. El primer apartado desarrolla la visión que se tuvo de este santo desde los primeros tiempos del cristianismo y las variantes que fue asumiendo tanto en la Edad Media como en los años del Renacimiento y el Barroco. El segundo nos introduce en la manera como San José fue asumido en la sociedad virreinal, permitiendo delinear el arquetipo que se le adjudicó en honor a sus virtudes, y como se manifestó su devoción. El tercer capítulo, altamente sugestivo, nos presenta la iconografía josefina, para detallar la manera en que fue representado y como ello se relacionaba con el discurso elaborado por los religiosos; es decir, vincular las imágenes e ideas sobre el patriarca San José que se difundían en las calles de esa ciudad que vivía para el culto.

El excelente prólogo del cronista, catedrático y carmelita de Valladolid, P. Teófanes Egido, sella la calidad de la obra que enorgullece a las instituciones que lo publican, el Instituto Riva Agüero y la Universidad Católica Sedes Sapientiae.