domingo, 24 de mayo de 2015

JUAN ALONSO TINOCO, PRIMER CURA, Y FRANCISCO BOBADILLA, O.M., PRIMER FRAILE, EN LIMA 1534

 

Les comparto una erudita y deliciosa crónica que transcribo del gran historiador y arqueólogo, catedrático de la UNMSM, Pedro E. Villar Córdoba, sacerdote, y que fue publicado en 1935, abril, pp.23-26 AMIGO DEL CLERO, SECCIÓN HISTÓRICA, con el título.

El primer clérigo y los primeros religiosos que acompañaron a Pizarro en la fundación de Lima[1].

Fue el Licenciado Don Juan Alonso tinoco el primer clérigo que dijo la primera misa en el templo de Nuestra Señora de la Asunción, donde actualmente está la Basílica Metropolitana de Lima. Los primeros religiosos que se establecieron en el valle de Lima fueron los Padres Mercedarios. Se habían establecido primero en Pachacámac, desde el año 1533, cuando los dejó Don Hernando Pizarro con el objetivo de formar una ermita y convertir al cristianismo a los sacerdotes paganos del dios Pachacamac. Después, contribuyeron a fundar una pequeña aldea en una de las principales encomiendas del conquistador Don Nicolás de Rivera el Viejo; en 1534 pasaron al valle del Cacique de Lima y en el sector de Pachacamilla tenían una pequeña misión de indios convertidos al cristianismo. Los Padres Mercedarios acompañaron a Hernando Pizarro en su expedición maravillosa, audaz y cautivadora.

 Hernando o Fernando Pizarro habían salido de Cajamarca el día de la Epifanía que se dice vulgarmente de los Tres Reyes Magos, del año de 1533 y volvió al mismo lugar el 25 de mayo. Durante cerca de cinco meses visitó exóticas regiones para el ojo europeo. Cruzó abismos sobre puentes de crisnejas, atravesó ríos en balsas, subió y bajó cuestas por escaleras labradas en las rocas de las escarpaduras, se internó en abras de las cordilleras, cubiertas de nieve, donde los caballos se hundían hasta la cincha. Conduciendo solo 25 hombres desafió los peligros de una batalla con Chillicuchima, el gerrero fantasma que le amenazaba de muerte y le ofrecía tesoros. Pero en medio de todo esto se interesa por la geografía del Perú y se anticipó a la fundación de Lima. Conoció los tambos reales. Vio tierras de labranza y ganados de llamas. Estudió las capacidades tributarias del país y no paró hasta entrar en el famoso santuario gentil de la costa. Ascendió por las terrazas del templo de Pachacámac y vio, como dice el veedor Miguel de Estete, "el sucio ídolo de palo en su hedionda y escura sala". Regresó narrando que los habitantes de aquel país escondían enormes riquezas, porque de 300 leguas iban los peregrinos al santuario llevando oro, plata y ropa. Allí había, pues, un centro posible para españoles, "por su tracto de la mar" y allí comenzaría a difundirse el culto y la veneración de la Virgen María, Nuestra Señora de las Mercedes.

Fernando Pizarro subió a la Sierra y llegó a Jauja. Nueva casa de atracción: Xauxa tiene condiciones para ser una hermosa ciudad y la capital del Perú. ¿El Mar o la Sierra? He aquí la cuestión. ¿El Mar o la Sierra? Después de las palabras de Fernando Pizarro dirigidas a los oidores de Santo Domingo, estando de viaje el informante con dirección a España, comprenderemos cómo se hizo la fundación de Jauja y cómo fue resuelta la traslación a l costa. Lima ganó a Jauja la capitalidad. Pizarro resolvió  a fines de 1534 la traslación de la ciudad por razones políticas y económicas. Hizo una gran travesía por los Andes de Huarochirí y bajó a Pachacámac en enero de 1535. Comisionó a los españoles más antiguos de este valle, el 8 de enero de 1535, en las personas de D. Ruy Díaz, Juan Tello y Alonso Martín de Don Benito, para que recibieran el asiento o provincia del cacique de Lima y allí encontraron un sitio adecuado para fundar la capital de la Colonia. Los tres peritos llamados por antonomasia los "Tres Reyes Magos", escogieron bien. Acaso no hicieron sino confirmar solemnemente lo que Fernando Pizarro y Diego de Almagro y otros habían ya visitado. El hecho es que no se procedió desatinadamente, sino en juicio y estudio.

Respecto a la versión de que este valle era ya conocido y habitado por misioneros mercedarios, lo tenemos en el historiador Salmerón, quien en su "Relación de la Conquista y población del Perú que hicieron los generales y arones ilustres de la Religión de Nuestra Señora de la Merced" publicada en Valencia, en 1646, página 391, dice textualmente: "Por los años de 1534, el maestro Fray Francisco Bobadilla, fundó la Provincia de Lima. En Lima Metrópoli de Los Reyes del Pirú y en la opulenta Monarquía de los Reyes Ingas, se llamó Rimach, que quiere decir río, de donde tomó el nombre". Según el cronista Salmerón, refiérese, también que en 1533 fundaron los Mercedarios un convento en el valle donde se erigió después la ciudad de Trujillo. El competente historiador peruano Don Carlos A. Romero, dice, comentando a Salmerón "quizá si no se trababa sino de una ermita, como las hubo, también mercedarias en 1534, en Pachacámac y Lima". Hay que tener presente que el Cronista, hace perfecta distinción entre el establecimiento de la orden y la fundación de las poblaciones. Fue, con toda seguridad, la Orden de la merced, la primera en establecerse en este valle, antes de la fundación de la ciudad de Los Reyes de Lima y la primera en administrar los auxilios espirituales a los españoles durante los primeros años de su establecimiento hasta la llegada de los Padres Dominicos, a quienes Don Francisco Pizarro y el conquistador Diego de Agüero colmaron de tantos privilegios.

Los padres mercedarios catequizaron todo el valle de Pachacámac, donde fundaron la primera ermita; todo el valle de Lima y la quebrada de Carabayllo o Chillón. Fueron los fundadores del pueblecito de San Juan de Quivi, donde tenían un minúsculo convento, cuyas ruinas se conservan en un extremo de la plazuela donde estaba la iglesia parroquial de San Juan y donde fue confirmada Santa Rosa de Lima. Los documentos históricos y los restos arqueológicos de las capillas y ermitas cuyas ruinas se conservan, abogan en pro de esta opinión. Según el historiador Salmadando fue el clérigo Juan Tinoco, el primer cura de la ciudad de los Reyes y Fray Francisco Bobadilla y otros mercedarios, los primeros sacerdotes y misioneros que fundaron Lima

SI QUIEREN COMPARAR ESTA VERSIÓN CON OTRA DE LAS MÁS COMUNES, aquí el texto de la Crónica de la Orden de la Merced: Notas de Fernando Arias Medina http://ec.aciprensa.com/wiki/Cr%C3%B3nica_de_la_Orden_de_la_Merced:_Notas_de_Fernando_Arias_Medina#El_virrey_Superunda_y_la_reconstrucci.C3.B3n_del_Callao

Primera Misa en el Perú y, concretamente, en la ciudad de Lima

Con Pizarro, hemos dicho, van dos sacerdotes: el dominico fray Vicente de Valverde y el clérigo Juan de Sosa. Y también, hasta Coaque, fray Reginaldo de Pedroza, de la misma orden religiosa que aquél. Lo que no se sabe es si alguno de ellos celebró el Santo Sacrificio de la Misa, ya sea durante los días de navegación, al tomar tierra en la costa sudamericana del Pacífico o en otro momento cualquiera del avance del ejército conquistador hacia el sur, primer camino de Cajamarca, y después del Cuzco.

Sabemos, sí, que al partir de Panamá, los expedicionarios comulgan y, en la iglesia de la Merced, oyen Misa, la cual, afirma erróneamente Ruíz Naharro, dijo fray Juan de Vargas; hecho último imposible cuando nos consta que el mercedario no arriba a las Indias hasta bastante tiempo más tarde (Ruíz Naharro: ob. cit., página 237). Después, habiendo partido de aquel puerto la expedición, nada mencionan los cronistas contemporáneos que aluda a nuevas celebraciones del santo Sacrificio. Tan sólo noticias tardías, de cronistas de conventos, nos presentan a otro mercedario, fray Sebastián de Trujillo y Castañeda, oficiado en Quito la que aseguran es la primera Misa celebrada en las tierras del Perú (Barón de Heurion: Historia general de las misiones, volumen II, libro II, capítulo V, página 581, nota 1). Pero de la fecha exacta de semejante acontecimiento nada se puede asegurar; resulta dudosa, como el mismo hecho.

Son asimismo tardías y de cronistas religiosos y locales, las noticias que hablan de la primera Misa celebrada en la Ciudad de los Reyes; asunto que ha sido también discutido, aunque en terreno diferente al de las primeras oficiadas respectivamente en toda América y en las provincias de Nueva España, a los cuales ya nos hemos referido.

Se ha dicho por algunos que la primera Misa se celebró en Lima, en el cerro San Cristóbal: siendo su motivo el hecho —tenido por milagroso— de haberse retirado sin combatir, una gran multitud de indios que, desde aquel lugar, se proponían atacar a los españoles. Otros cronistas, sin embargo, aseguran que el acto religioso tuvo lugar en la que creen primera iglesia aquí edificada, por su situación y escasas dimensiones, conocida por la "Capilla del Puente". Y una tercera opinión es aquella que afirma que el sitio elegido para el sacrificio fue el que más tarde vino a llamarse sucesivamente "callejón de los clérigos" y "Petateros", dentro de la propia ciudad recién fundada (Vid. Ismael Portal: Lima religiosa, páginas 7 y 53).

De ser cierta la primera conjetura, el acontecimiento de la primera Misa, indudablemente, sufrió gran demora, pues el motivo de su celebración se refiere a un hecho acaecido, cuando el cerco de su celebración se refiere a un hecho acaecido, cuando el cerco de la ciudad por los indios sublevados. Y el cerco se inicia a fines de 1536 o principios del siguiente. De prevalecer el segundo criterio, tendríamos que admitir la errónea afirmación de ser la pequeña iglesia del Puente la primera edificada en Lima (Portal: ob. cit., páginas 1 y ss.). Pero aun no siendo aquella, sino otra más antigua la que prestara cobijo al acto, éste resultaría asimismo tardío; tanto, como cuanto necesitara la susodicha iglesia para su edificación. Parece, pues, más razonable la tercera y última de las tesis. Entonces la celebración en Lima de la primera Misa pudo tener lugar a poco de su fundación: en enero de 1535.

¿Quién fue el sacerdote celebrante? Las crónicas de la orden de la Merced señalan como tal a su hermano de hábito fray Antonio Bravo. Así lo asegura ya el padre Salmerón en sus Recuerdos históricos y políticos, publicados en 1646 (Vid. Portal: ob. cit., página 54) y lo repiten los posteriores cronistas de su religión y hasta algún historiador cercano a nosotros (Vid. Baron de Heurion: ob. cit., vol II, libro II, capítulo V, página 581, nota 1; Mendiburu: ob. cit., tomo VIII, página 256).

Como ya sabemos, según Mondragón, fray Antonio Bravo fue de los primeros mercedarios que pasaron al Perú, poco después de la venida de los conquistadores. Mas Ruíz Naharro y otros tratadistas silencian su nombre y sólo hablan de la estancia en el valle del Rímac del padre Orenes y Diego Martínez (Ruíz Naharro: ob. cit., página 248), pues el tercero de los religiosos —fray Juan de Vargas— se hallarían por entonces en el Cuzco, donde fundó el convento de su orden (Ruíz Naharro: ob. cit., página 250). Pero en lo que están de acuerdo todos los historiadores es en que la Orden de la Merced fue la primera que fundó casa en Lima. (Tovar: Apuntes para la historia eclesiástica del Perú, páginas 42 y 201. Mendiburu: ob. cit., tomo IX, página 114; tomo VIII, páginas 256 y ss.; Jiménez de la Espada: ob. cit., tomo I, página LXXXIX; Cobo: Historia de la fundación de Lima, libro III, capítulo II; Barriga: Los mercedarios en el Perú, página 2; Castro Seoane; ob. cit., página 270; fray Pedro Nolasco Pérez: ob. cit., tomo I, capítulo IV, página 169; Vargas: La conquista espiritual del Imperio de los Incas, capítulo XV, página 176). Y según Herrera la erección es contemporánea a la de la propia ciudad (Herrera: Historia general de los hechos de los castellanos en las Indias y Tierra Firme del Mar Océano, década V, capítulo I, página 228). Ello, indudablemente, viene a reforzar la tesis tercera: de la celebración de la primera Misa en Lima en los días inmediatamente posteriores a su fundación, aunque el hecho de quien fuera su oficiante quede sin solución definitiva, ya que la presencia de fray Antonio Bravo no se hallaba comprobada.